En Murcia, por un lado, la Consejería de Sanidad y Consumo financia sendos programas de detección precoz de la hipoacusia e implantes cocleares, que tienen como fin facilitar el acceso a la audición de los niños nacidos sordos y de aquellas personas que llegan a padecer una sordera posteriormente.
La Consejería de Política Social, Mujer e Inmigración, mediante convenios, sostiene a asociaciones que cuentan con logopedas (profesionales especializados en sistemas alternativos y/o sistemas aumentativos de apoyo a la comunicación oral, que estimulan y facilitan el desarrollo de la misma, definición dada por la Ley 27/2007).
Por ello, la Consejería de Educación, Formación y Empleo debe dar un paso adelante y formar a sus profesionales en la atención de aquellos alumnos cuyos padres han decidido utilizar la lengua oral como vehicular en su comunicación, así como organizar los recursos de los que ya dispone para garantizar su atención. Es decir, dar continuidad al trabajo de las otras dos Consejerías, desarrollando una planificación que correlacione con la tarea previa realizada.
Lo mismo se puede aplicar a la Universidad, la televisión autonómica y otros ámbitos que afectan a la vida de los discapacitados auditivos que comunican en lengua oral.
A nivel nacional disponemos de la Ley 27/2007, de 23 de octubre, por la que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas, que garantiza los mínimos a los que estas personas y sus familias tienen derecho y que está pendiente de desarrollo en nuestra Región.
Es momento, pues, para la creación de una mesa en la que se coordinen los esfuerzos en la atención a la discapacidad auditiva, en la que estén presentes los propios usuarios, los padres y madres, los profesionales de la sanidad, de servicios sociales y de educación implicados en su atención y sienten las bases para que en esta Región se realice la efectiva aplicación de la Ley 27/2007 de forma que permita el desarrollo humano, social, afectivo, educativo que precisan estas personas, desde una atención individualizada, pues no hay dos familias iguales, ni dos discapacitados auditivos iguales.
Original del publicado en La Verdad el 13-11-2008